LA REBELIÓN DE LOS MEDIOCRES

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La mediocridad, es a la genialidad, lo que el blanco es al negro, lo que la noche al día.

 Todos, son inconcebibles por separado.

 Ninguno de los dos, tanto los mediocres, como los geniales, “son distinguibles” si no coexisten.

 Conviven, en cierta armonía, dándose relieve y dimensión entre ellos, retroalimentándose mutuamente.

 Los mediocres, a modo de abono, alimentan el ego de los brillantes, poniendo negro sobre blanco.

 Y ambos, saben que lugar ocupan en el tablero de la vida.

 Esto, mantiene el equilibrio social, y estructura un funcionamiento ordenado de la propia sociedad, que permite un avance gradual, fomentado por un correcto conocimiento de la misión y razón de ser da cada uno.

 El problema, nace cuando los mediocres, intentan el asalto de un escalón fuera de sus posibilidades, cuando desconocen que lo son e intentan ocupar el lugar de los brillantes.

 Anhelan sus posibilidades, envidian sus éxitos, imitan sus movimientos, pero evitan sus esfuerzos.

 Entonces, el “microclima” se rompe, el hábitat, es  invadido por efectos sin dirección, que toman forma en la suplantación de papeles.

 Cuando se exigen derechos y glorias, y se ignoran obligaciones y esfuerzos, el mediocre, se convierte en un mediocre ignorante, y sin darse cuenta, se convierte en un elemento peligroso, para cualquier sociedad o grupo.

 Un coctel, altamente peligroso, que hay que detectar y depurar con cierta urgencia, en bien del equilibrio, y sobre todo del desarrollo de cualquier sociedad, o empresa.

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